¿Quién no guarda muy dentro de sí el recuerdo de una persona que, sin proponérselo, definió parte de su identidad?
“El mancala es un juego muy raro. En mi escuela nadie lo conoce. Es una madera larga con dos filas de agujeros y unas piedras que hay que ir pasado de uno a otro, siempre en ronda. El quiere que yo lo aprenda pero es difícil. Y a mí las cosas difíciles me encantan”. Quien habla es el protagonista de Mancala, un niño del que el lector no llega a saber su nombre, ni su edad exacta, y a quien sin embargo termina conociendo muy bien. Y “él” –tampoco hará falta saber su nombre para imaginarlo muy acabadamente– es una figura escasamente tematizada en la literatura infantil y juvenil: la del padrastro. Natalia Porta López encontró en la relación entre ambos una oportunidad para contar una historia de amor, que marca para siempre a sus protagonistas, cruzada por la ternura, la nostalgia, y también la tragedia y la esperanza. Y Daniel Rabanal completó el cuento con ilustraciones en blanco y negro, con leves toques de color, que sitúan la historia en un pasado que acentúa ese fondo de nostalgia. (Texto: Karina Micheletto)
Autora: Natalia Porta López
Ilustrador:Daniel Rabanal
Editorial: Gerbera